Cali, entre sombras y silencios: se va el jefe de comunicaciones de la Alcaldía en medio de tensiones internas

Una vez más, la Alcaldía de Cali es noticia, no por sus logros de gestión ni por avances en políticas públicas, sino por los movimientos soterrados que agitan los pasillos del Centro Administrativo Municipal (CAM). Esta vez, la salida del jefe de comunicaciones de la administración local, confirmada este miércoles, vuelve a encender las alarmas sobre lo que realmente ocurre al interior del gobierno de la ciudad.
La versión oficial habla de una “reestructuración”. Pero fuentes cercanas a la administración aseguran que se trató de una salida orquestada, resultado de tensiones acumuladas, disputas internas y un creciente malestar frente a la imagen pública del gobierno municipal. Más que una decisión técnica, se percibe como un sacrificio simbólico, una forma de descargar culpas en el mensajero cuando el mensaje —y sobre todo el contenido— no convence.
🧩 La narrativa del desencanto
Desde hace semanas, en los círculos más cercanos al despacho del alcalde se venía gestando una narrativa: “el problema es la comunicación”. Dos figuras claves en el entorno del poder —una con tono extranjero, otra de bajo perfil pero gran influencia— habrían liderado ese discurso. Mientras la ciudadanía clamaba por acciones visibles en seguridad, movilidad y empleo, dentro del CAM se cocinaba un movimiento estratégico para poner fin a una voz crítica y profesional que, según algunos, ya no encajaba en el relato interno.
El resultado: un cargo vacante, una salida sin estridencias, y un gobierno que, en lugar de resolver las fallas estructurales, opta por ajustar el lente antes que el enfoque.
📉 Más que forma, el problema es de fondo
El argumento oficial apunta a que la imagen de la administración no conecta con la ciudadanía. Sin embargo, para muchos dentro y fuera del gobierno, el verdadero problema no está en la narrativa sino en la gestión: secretarías sin liderazgo claro, decisiones que se quedan en el papel, ausencia de presencia territorial y un estilo de gobierno que parece más pendiente de sobrevivir que de gobernar.
Lo que ocurrió esta semana —según testigos— fue el desenlace de una discusión intensa y prolongada, en la que se enfrentaron criterios técnicos, posturas políticas y visiones enfrentadas sobre el rumbo que debe tomar la administración. La tensión creció hasta volverse insostenible, y como suele pasar en las crisis internas, la salida del comunicador se convirtió en una válvula de escape.
⚠️ ¿Quién toma las decisiones en Cali?
Con esta salida, ya son varias las fichas que han cambiado de lugar en menos de un año de gestión. Las preguntas que quedan en el aire no son menores:
- ¿Quién manda realmente en el CAM?
- ¿Quién construye el relato institucional?
- ¿Y cuántas voces más deberán silenciarse para sostener una narrativa que parece desvinculada de la realidad urbana?
Desde las calles, la sensación es clara: la ciudad sigue esperando un mensaje, pero lo que recibe son señales contradictorias, silencios prolongados y movimientos que no responden a los intereses ciudadanos sino a cálculos internos.
Por ahora, el mensaje de la administración parece más confuso que nunca. Y en una Cali que exige claridad, liderazgo y visión de futuro, la comunicación —por más talento que tenga— no puede ser el chivo expiatorio de una crisis más profunda.
🎙️ La Vox, fiel a su estilo, lo resume así:
👉 “La ciudad sigue sin mensaje… pero con mucho qué decir”